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Hace algún tiempo, alguien me dijo que escribía demasiado sobre cosas insignificantes, o sobre los baños, bueno, tal vez, es mi blog, soy su dueño, y le pese a quien le pese, está dedicado a mi, a mi persona, a mis pensamientos. Pero también acepto críticas, así que dejé de hablar de baños durante un tiempo.
Pero haré una excepción, el baño me fascina, no solo la poca o nula evolución visible que sus componentes han sufrido a lo largo del tiempo sino por el hecho de que es el único sitio, donde estás realmente solo. Te encuentras, solo, tus pensamientos, y ese eco que parece que resuene hasta los latidos de tu corazón, es donde se me ocurren las mejores ideas casi siempre.
Al tema, mi modo de pensar, sobre la vida, es un tanto... especial.
Cuando miro un tornillo, no veo solo la forma, el color, veo la geometría, el numero de vértices, la forma de usarse, si se ha usado ya, si tiene muescas, si lo podría usar en un futuro, la forma de la que ha sido fabricado, y si no lo se, lo relleno de alguna manera para obtener la visión más completa de algo.
En cierto modo me siento identificado con el protagonista de Prision Break.
Tengo la horrible necesidad de saberlo todo sobre todo, es la sencillez del baño, con sus paredes desnudas, donde puedo evadirme de esa necesidad y ser yo mismo, sin necesidad de tenerlo todo bajo control.
Y, esa mente mía, que aun trato de dominar a mis 21 años, la que me proporciona esa curiosidad absoluta, hace que haya algo que aun trato desentrañar, la mente humana.
Puedes saber por donde van los cables de tu casa, porqué las bridas solo funcionan de tal o cual manera, la forma de fabricar vidrio, el funcionamiento teórico de un televisor de rayos catódicos, pero es imposible saber al 100% en que piensa una persona, como va a actuar o que va a decir, es esa sensación de incertidumbre lo que convierte a las personas una especie de meta por lo que vivir.

Y un completo aburrimiento cuando la gente se vuelve previsible.