Siempre me he visto como una persona que no se fija en los demás, cuando veo que alguien hace algo bien no pienso lo bien que lo hace, sino cuantos intentos necesito para mejorarlo, y por muy difícil que lo veo, no son muchos.
Obviamente no es lo mismo recorrer 100 metros en 9,98 segundos que preparar un lenguado a las finas hiervas con reducción de vinagre balsámico. Pero todo es intentarlo.
No me cuesta escribir, todo el mundo, que ha recibido una educación es capaz de hacerlo, por lo que teóricamente hay 5000 millones de escritores potenciales en el mundo con capacidad de escribir un Best-seller.
Lo que marca la diferencia es la capacidad de atraer y mantener el interés del lector, una buena idea no lo es todo, al contrario, pero si lo que tienes es habilidad para mantener la tensión, un ritmo adecuado durante toda la narración, tienes el camino hecho.
Es más, normalmente los mejores libros se leen casi de un tirón, al margen de su longitud, son aquellos que te atrapan desde el comienzo, y que su ritmo, su modo de narrar, te hacen imaginarte todo lo que sucede. Ya se que parece un tópico, pero así es como disfruto de los libros, de aquellos que te llegan, que tienen un mensaje o simplemente te mantienen enganchados cual lapa al texto quitándote el sueño.
Humildemente creo que se me da bien escribir, pero claro, hay algo que tienen los escritores que tiene casi tanto mérito como el ritmo: la paciencia.
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