No soy de los que se agobian fácilmente, acostumbro a cabrearme cuando algo no funciona de forma perfecta o cuando se acaban los plazos, pero no soy de los que entran en depresión sistemática cuando ven que les falta el tiempo o que llegan tarde.
Si, ya se que cabrearse y agobiarse pueden ir cogidos de la mano, pero acostumbro a tomarme la vida de forma relajada para evitar precisamente el tan temido y sobrevalorado estrés.
Soy puntual para no tener que disculparme por no llegar a tiempo, hago las cosas el día antes de la entrega o ultimo plazo para disponer de mayores opciones de actuación (lo cual es contradictorio pero dentro de mi mente cobra mucho sentido) y me limito a ser tranquilo y optimista.
Si, parece que eso del optimismo es una nueva faceta, o incluso que los optimistas son tontos y crédulos por no ver la vida como es.
Así es como pensaba yo antes, pero si dejas que la vena optimista te salga puedes disfrutar de matices que antes no veías, como ese olor a césped recién cortado o esa mirada de esa chica en el bus, y de lo buena que está esa cerveza en un día caluroso.
Si para ver la vida de otra forma, o al menos, disfrutar de aquello que quedaba oculto a tu vista lo único que tienes que hacer es ver las cosas con la esperanza que no sólo pueden mejorar, sino que ahora mismo estás de forma cojonuda, adelante, no cuesta tanto.
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1 comentario:
Yo me considero una persona bastante positiva, y puede que por eso no entienda que se gana viendo el vaso medio vacio (puede que no lo entienda por eso mismo, por pensar en ganar y perder).
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